Felipe Guamán Poma de Ayala (fragmento) / Paúl Puma

Abuelo y nieto fuimos echados de las aguas
que nos originaron en las costas del Ecuador,
allí donde la cultura de Valdivia
fue retratada por epígrafes de escarcha,
imágenes de una civilización perdida
en spondylus y caracoles
que experimentaron de los labios violentísimos
del placer de la fertilidad.

¿No hemos probado demasiado polvo del silencio ya?
¿No hemos derramado demasiada sangre en el sueño del olvido ya?

Oh, fuerza nuclear
enorme,
electromagnética,
sonido vertebral de los relámpagos.

¿Olvido que no recuerda que todavía recordamos?
¿Fragmentos de silencio que gimen aún en estos paños?

Guamán.

Bastón del Monarca de la Tierra.

Niño traicionado por su propia palabra.

Ya no hay imagen acústica que proceda de la delicadeza del mundo,
salvo gritos sucedáneos en esta caverna de hielo,
salvo niños que han nacido para morir aquí,
salvo ojos que nacieron de la oscuridad y vuelven a la oscuridad,
salvo una constelación dispersa de indios que vienen a morir
en estos acordes de seda.

Nosotros
Tú y yo.
Los primitivos habitantes del Cuzco:
Mitad del Mundo,
ecuador,
línea equinoccial,
luz del cenit,
ego de nuestra riqueza,
ombligo de nuestra naturaleza,
centro de nuestra memoria andina,
repetición ritual de la reconstrucción infinita de la ciudad sagrada,
virgo solar,
palacio del instante,
signo de nuestro orden,
energía,
identidad.

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