Monstruos y sueños traicioneros / Marellyn Danae Mitre Navidad

Preparatoria Politecnica de Guadalajara, 2014 B

Aquella noche fría de invierno, Karou dormía en ese sucio colchón de hotel. Sus sueños la atormentaban, aquellos monstruos estaban día y noche junto a ella. En el día, ella sabía defenderse, pero cuando la noche caía, aquellas cosas raras, o como ella los llamaba “sus monstruos”, la perseguían de tal manera que tan sólo pensar en dormir le asustaba.
     Esa noche había recorrido mucho y estaba agotada de escapar, así que decidió dormir un poco. En cuanto cerraba los ojos, aquel hombre con la capa negra que daba inicio a sus noches de pesadillas llegaba y a espaldas de aquel ser misterioso estaban todos aquellos monstruos que albergaban sus más oscuros secretos. Ella sólo escuchaba como ellos le gritaban.
     —¡Mentirosa! —pronunció uno de ellos.
     —¡TRAICIONERA! —exclamaban todos en coro.
     Aquellas palabras eran ciertas y es por eso que escapaba de ellos siempre diciéndoles lo mismo con los ojos anegados en lágrimas.
     —¡No fue mi culpa! ¡Déjenme sola!
     No le gustaba recordar cómo había llegado a estar en esta situación, escapando de la policía, ¿quién lo diría? Pero lo cierto era que no le temía a ellos; su más grande miedo eran sus queridos “monstruos”, la razón por la que escapaba. No quería estar encerrada en una celda con todos ellos por tanto tiempo.
     Inesperadamente dejó de correr, sus pies no reaccionaban y con ello sus monstruos se acercaban y el terror era mayor. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no podía correr? Todo estaba dando un giro inesperado y eso no le gustaba. De repente, todo se detuvo y el hombre de la capa negra junto con sus monstruos apareció frente a ella. La iban a matar, eso era lo que pensaba que harían.
     No lo hicieron.
     Empezaron todos a balbucear cosas en un idioma que ella no entendía ni un poco. Entonces, el hombre de la capa dio un paso enfrente y puso orden a todo el escándalo que ocasionaban los monstruos.
     —¡Silencio! —gritó aquel hombre.
     Y, así como lo ordenó, los monstruos guardaron un total silencio esperando con ansias a que el hombre siguiera hablando.
     Así lo hizo.
     Ese hombre que la atormentaba dijo algo que ella nunca hubiera esperado escuchar.
     —Lo sentimos —expresó el hombre dejando a Karou con la boca abierta del asombro.
     —¿Disculpa? —Fue lo único que pudo decir ella en ese momento, no entendía porque el hombre se disculpaba.
     —Queremos pedirte una disculpa por todo lo que te hemos ocasionado en este tiempo. Lo ocurrido aquella noche fue trágico para todos, pero no fue culpa tuya, sino mía.
     Karou estaba atónita por lo que acaba de escuchar de boca de aquél, pero todavía no entendía muy bien qué trataba de decirle.
     —¿Qué tratas de decir? —preguntó al hombre.
     —Aquella noche no fuiste tú quien lo mató, fui yo.
     En cuanto termino de hablar, se quitó la parte de arriba de su capa, revelando así al hombre que había matado a su mejor amigo, el que le había arruinado su vida. Pero había algo que todavía no entendía, ¿por qué los monstruos la juzgaban de mentirosa si ella al final no lo había matado?
     —¿Por qué los monstruos me gritaban tantas cosas? —preguntó Karou, temerosa.
     —Porque es la verdad. Todos los humanos somos así —le respondió.
     Antes de que Karou pudiera protestar, los monstruos empezaron a desaparecer con un destello de luz. Uno por uno, se esfumaron hasta que quedó el asesino de la capa que también desapareció con una llamarada de fuego dejándola sola de nuevo, pero ahora con más dudas y tristeza por no haber podido rescatar a su amigo.
     Se escuchó un estruendo junto con unos ronquidos como de animal.
     Despertó.
     Era su despertador.
     Volteó a un costado y vio a su mejor amigo recostado a su lado.

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