ningún país es mi país / Gustavo Ogarrio

mi país es ninguno cuando se abren consumados los pechos de ese dolor intrépido
que sale por la glándula de las metralletas y las granadas
que cruza como un dios enfermo por el malecón de los elefantes persas
ningún  país cabe en esta habilidad obscena de los muertos de barro que caminan
en parajes cósmicos de una desolación de aguacero
en bahías petroleras con espantapájaros baleados al sol
en desiertos bíblicos con mujeres de silicio boca abajo
quiero decir   la mantequilla del amor y del odio en tamaulipas
en juárez nueva italia la gavilla de tumbiscatío estudiantes pulverizados en guerrero
el amo de los besos de pistache en durango
el puerto de mazatlán con todo y sus peces de alambre
perfume de coco en el cuello de los sicarios
treinta cuarenta cincuenta cien doscientos trescientos mil muertos
palmados acribillados desollados diluidos en sosa cáustica borrados
los durmientes del horror que vigilan la noche de todos nuestros silencios
monosilábicos y despeñados
fosforescentes en su camello del olvido    

mi ningún país siempre ha sido un sepulcro de músculos nuevos
sangres espeluznantes que hasta hace poco regalaban besos y sonrisas
una sopa de fideos en la que olvidamos las plegarias de la abuela
una batalla naval contra las parábolas de la infancia
la mueca exterminadora de un gigante demente que nos aplasta antes de nacer
llámenle nación o país o cartilla militar o pasaporte o credencial para votar
llámenle canoas de brujos contemporáneos que cruzan el río de la noche y de la tormenta
llámenle campesinos sin mundo global    áspero y peludo   bestial y confortable
llámenle proletariado sin sus tres cabezas al borde del precipicio
llámenle futbolistas de caramelo en la memoria
llámenle amapolas divinas en el horizonte
llámenle templo que agoniza
después de haberle ofrecido la otra mejilla a la gran bofetada de la eternidad

es ninguno este país cuando las chimeneas de sus fábricas de la muerte
divulgan sus facultades adivinatorias
y las anacondas de la vida se deslizan por las supercarreteras del amor y del miedo
antes de que llegue el ejército y despegue nuestra economía de ataúdes eléctricos
las almas en renta de prostitutas veloces
los cuellos de carnero de empresarios sentimentales que huyen a texas
antes de que el frío y el hambre   el hambre como cascajo en las muelas
nos obliguen a la eyaculación precoz en la vitrina de los panes

tengo a ningún país atravesado en la garganta
con el viejo cuento de su amor ilimitado por el prójimo
con sus palabras ya difuntas en los mercados    en la televisión    en las iglesias
y sus arcos de metal que inauguran tristezas incomprensibles
con sus mujeres de acero inoxidable y sus niñas vacías de novedad en las axilas

qué país tan grave tan ninguno
me digo cuando el bostezo de las tres de la madrugada
exhala las traiciones melodramáticas de los últimos días
qué país tan tuyo como de nadie
con su aliento carnívoro y su fantasía vegetal de afectos y virtudes
este no país del acoplamiento brutal entre vida y muerte
la orquesta de la nada que no para de tocar
su vals del nunca más volveremos a vernos bajo la sombra del castaño

lo mejor sería romperlo por dentro y refundarlo con mujeres azabaches    
con hombres de plastilina con barcos de cerámica y con muñecas de trapo
con astillas de titanio en los huesos del tiempo
hacerlo desaparecer en las cañerías de universos paralelos
librarnos de él como quien se despierta de un mal sueño

voy a cantarles el último bolero de la noche
para jugarnos toda nuestra soledad de pájaros moribundos y sin entrañas
en el horóscopo de mañana
en la declinación de las luciérnagas
en la verdad de los audaces y de sus amaneceres púrpuras
vamos a limpiarnos estas lagañas volcánicas para empezar a cavar la tumba del espanto

recuerden compañeras y compañeros que nos vamos sin país  
hermosos bagres que boquean su agonía sobre la charola de la vía láctea
con la grandeza de las tarántulas sin veneno
tiernos y viles en la danza ortopédica del águila sin serpiente

voy a clavar mi machete de sílabas escarlatas en esta tierra de espectros de nieve
para detener la tormenta de nuestras historias y leyendas quemadas
para desviarnos hacia otra muerte en la que no esté cifrado únicamente el horror
o la navaja en el pescuezo que busca el badajo vibrante de miedo
o la amígdala hembra del silencio en la hora tartamuda de las ráfagas

voy a clavar mi machete de piedra encendida en el ojo mayor del dios del vacío
estoy hablando de buscar el refugio de los jabalíes y de los antílopes
de los trenes que en la madrugada salen hacia ningún país
de acabar de una vez por todas con el cíclope de la muerte sin combate
estoy hablando del derrumbe del capitalismo financiero
y de ciertas algas metafísicas que retoñan en alta mar

pero también hablo de los relámpagos del fornicio    
de las caricias basálticas en los genitales y de los árboles que se ramifican en la nada
de policías mortíferos que fusilan a ciudadanas paralíticas
de la mutilación del viento y de los sueños
y de los que se arrastran ensangrentados buscando también su no país
hablo de garzas apátridas y de galeones fantasmas en aguas internacionales
de la quietud de los párpados en la penumbra
y del ocaso de los cuerpos en la galaxia de las banderas
hablo de mi madre y de mi padre y de mis hermanas y de mi hija
y de las compañeras y compañeros
de nuestro manifiesto de semillas suaves
de nuestra muerte como la última refutación contra las estatuas
hablo ya sin dolor de ningún país   mi país

méxico distrito federal / morelia michoacán / octubre de dos mil catorce

 

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